

Por: Ami Custodio
Raúl Incertis, un médico español, trabaja como voluntario en hospitales de Gaza desde abril hasta julio de este año. Durante su tiempo allí, enfrenta una situación crítica, atendiendo a numerosos niños heridos que llegan solos al hospital tras perder a sus familias en bombardeos. Incertis comparte: “Perdí la cuenta de los niños heridos que llegaban solos al hospital porque su familia había muerto en un bombardeo”. La magnitud del sufrimiento es tal que pierde la cuenta de los menores mutilados y fallecidos que atiende, y recuerda con dolor: “Recuerdo a una niña de seis años: tuve que coger su brazo amputado y carbonizado para apartarlo porque nos entorpecía a la hora de intentar ayudarla”.
El doctor relata cómo los hospitales reciben a diario un flujo constante de heridos, muchos de ellos con disparos en la cabeza y el tórax. “Eran personas, como tú o como yo, que estaban haciendo cola para recibir ayuda humanitaria, y allí los israelíes les habían disparado a matar”, explica. Incertis menciona que en una sola mañana, el hospital recibe más de doscientos heridos, lo que desborda la capacidad de atención médica. La desesperación se apodera del entorno, donde niños y mujeres son los más afectados, y él se siente impotente: “No podías atenderlos a todos, y muchos se morían esperando una ayuda que nunca llegaba”.
El sufrimiento infantil
A pesar del caos, el médico se enfoca en atender a los niños, quienes son las principales víctimas del conflicto. Una de las historias más impactantes es la de una niña de un año y medio, herida en brazos de su madre mientras intentaba recibir ayuda. “Deberían cambiarle el nombre a esa fundación”, critica, refiriéndose a la Fundación Humanitaria de Gaza, que debería brindar apoyo, pero se convierte en un contexto de tragedia.
El relato también incluye la devastación personal que sufren los profesionales de la salud. La doctora Alaa, pediatra del hospital, pierde a nueve de sus diez hijos en un bombardeo. A pesar de su dolor, regresa al hospital para agradecer al equipo médico por salvar a su único hijo sobreviviente. Incertis refleja la angustia colectiva al afirmar: “A todos mis compañeros, sin excepción, les han asesinado familiares de primer o segundo grado”.
El médico español concluye que la vida en Gaza es insostenible. “No se puede vivir allí”, afirma con resignación. A lo largo de su experiencia, se da cuenta de que las condiciones son tan extremas que no hay posibilidad de vivir con dignidad.