Por: Redacción Top News

Más de un millón de jóvenes se reunieron en Roma para celebrar el Jubileo de los Jóvenes 2025, una cita que marcó el pulso espiritual de la juventud católica de todo el mundo. Entre ellos, un grupo entusiasta de jóvenes peruanos provenientes de Trujillo, Chiclayo, Arequipa, Cusco y Lima llevó su fe, su alegría y sus banderas hasta los pies del Papa Francisco.

El encuentro, que se realizó en el mismo lugar donde San Juan Pablo II celebró la histórica Jornada Mundial de la Juventud del año 2000, contó con un impresionante despliegue de seguridad de más de 20.000 agentes, mientras miles de peregrinos caminaban hasta 5 km bajo el sol para llegar a la explanada de Tor Vergata.

Perú dijo presente

“Fue impresionante encontrarme con tantos peruanos. Desde mi parroquia en Madrid vinimos más de 100 y acogimos a peregrinas que llegaron directamente desde Perú. Había representantes de Trujillo y Chiclayo que viajaron con una energía increíble”, expreso Camila Garcia, peruana residente en España.

Las mochilas, esterillas y sacos de dormir eran parte del equipaje común, pero también lo eran las canciones, los abrazos entre desconocidos y las oraciones espontáneas que brotaban en cada rincón.

Una noche bajo las estrellas… con el Papa

El momento central fue la vigilia con el Santo Padre, donde miles de jóvenes se sumergieron en el silencio, la adoración y la esperanza. Esa noche, muchos durmieron al aire libre, lejos del altar, pero cerca del corazón de la Iglesia.

“Fue una experiencia profunda, que tocó el alma. Dormimos bajo las estrellas, rodeados de jóvenes de todo el mundo, compartiendo la fe sin miedo”, recuerda.

Al amanecer, una sorpresa: sin planearlo, logró estar entre las primeras filas durante la Santa Misa final, celebrada por el Papa Francisco. Con la bandera del Perú en mano, no dudó en gritar: “¡Viva el Papa! ¡Perú! ¡Perú!”

“La juventud no es indiferente a Dios”

Al volver, lo que queda no es solo una anécdota, sino una convicción.

“Me llevo una certeza: la juventud no es indiferente a Dios. Él sigue llamándonos y encendiendo fuego en nuestras almas. Somos muchos los que, con alegría y sencillez, queremos seguirle”.

Desde Trujillo y Chiclayo hasta Roma, esta generación está demostrando que vivir la fe no solo es posible, sino también contagioso.

“Debemos normalizar vivir la fe con libertad y alegría: reconocer que somos pecadores, sí, pero deseamos la conversión; ir a misa con gusto, aspirar a un matrimonio con Dios en el centro y hacer el bien en lo cotidiano”, expreso Camila Garcia, peruana residente en España.